En la mañana de hoy, viernes 9 de junio de 2017, la biblioteca del Instituto Rábida ha acogido la celebración de la mesa redonda Un pensamiento para la vida con la que se ha querido homenajear la figura del antiguo profesor de filosofía del Rábida, D. Julio Gallego Izquierdo.
Gallego Izquierdo fue también profesor titular de filosofía en las universidades de Huelva y Sevilla y director del departamento de Didáctica de las Ciencias y Filosofía de la onubense.
En la mesa han intervenido amigos y discípulos del pensador: José Orihuela Guerrero, inspector de educación, Juan José Sayago, compañero de lengua y literatura y Domingo Prieto, antiguo alcalde de Trigueros y ex-presidente de la Diputación Provincial de Huelva.
José Orihuela y Juan José Sayago han aportado sus vivencias como discípulos de Julio en sus estudios universitarios y de doctorado. El profesor Gallego fue el director de tesis doctoral de Orihuela y el director del trabajo de fin de grado de Sayago. Han insistido ambos discípulos en el carácter innovador, vital y transformador del pensamiento del filósofo onubense y han dado testimonio de su gran valía como maestro pensador.
Por su parte, Domingo Prieto ha aportado las vivencias del amigo durante más de treinta años, subrayando la bonhomía del homenajeado.
La mañana se llenó de razón y emoción con estas intervenciones y con las de otras personas vinculadas familiar o amicalmente a J.G.I. Tomaron la palabra sus hijos, su esposa Pilar, sus hermanos Felisa y Jerónimo y Manuel Flores, catedrático jubilado de la Universidad Rey Juan Carlos.
Este acto se ha complementado con una exposición dedicada a la vida y la obra de Julio Gallego que puede visitarse en el vestíbulo de nuestro instituto hasta final de junio. En esas vitrinas se exponen documentos personales, manuscritos, fotos y parte de su obra publicada.
Despedimos este homenaje con el soneto que Juan José Sayago ha dedicado a su maestro:
A JULIO GALLEGO, FILÓSOFO, MAESTRO Y AMIGO
SONETO
Juan José Sayago Robles
Nació de la vida el pensamiento,
mas, para servirla, ha de ser fecundo;
su noble vocación es, para al mundo,
prender la llama del conocimiento.
Yermo es el pensar sin sentimiento;
sin esa sutil guía, irá errabundo,
hasta yacer, inane y moribundo,
incapaz de vencer al sufrimiento.
Pensar y vivir a un mismo tiempo
requiere de talento y convicción,
para que devenga en feraz estro.
Enseñar a vencer la sed de tiempo
hizo de nuestra prístina obsesión
tu vocación eterna de maestro.
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