viernes, 25 de mayo de 2018

A JOSÉ RAMÓN SÁNCHEZ, DIBUJANTE E INVITADO ESPECIAL EN EL XII SALÓN INTERNACIONAL DEL CÓMIC DE HUELVA


Os dejamos con las palabras de nuestro compañero Juan Luis Villegas, que hoy ha podido conocer a una persona muy importante en su vida: el dibujante José Ramón Sánchez.

Lo más importante que hacen por nosotros los grandes artistas es darnos forma. Somos lo que hemos vivido y, en parecida medida, todo lo que hemos dejado de vivir. Ello incluye lo leído, presenciado, escuchado, admirado, estudiado, descubierto, en definitiva, todo lo que nos hizo pensar como hemos ido pensando y existir como hemos ido existiendo. Muy pocos de esos artistas, los que podemos considerar verdaderamente inmensos, además han sido capaces de cambiarnos la biografía. Hace unas horas tuve el placer y el privilegio de conocer a quien cambió la mía.
En una época en la que aún era posible pasar por televisión extraordinarios programas culturales dirigidos a todos los públicos, el dibujante José Ramón Sánchez tenía un pequeño espacio en un programa infantil los jueves por la tarde. En él nos hablaba de obras de algún autor durante unos minutos, al tiempo un rotulador negro en su mano, con pasmosa destreza y seguridad, iba revelando un retrato del personaje en cuestión. A veces empezaba por un pie, otras veces por la nariz, otras por la oreja. El resultado era siempre el mismo: una epifanía ante la imagen, de personalísimo estilo, que se iba formando, y su don de palabra.
Una de aquellas tardes, quiero recordar que empezó dibujando el flequillo partido en dos de un escritor del que, a mis diez años o así, aún no había tenido noticia, mientras hablaba de una novela suya titulada El retrato de Dorian Gray. Como solía hacer con todas sus recomendaciones, me apresuré a hacerme con un ejemplar; sin embargo, esta obra la leí con inusual devoción. Desde ese momento hasta hoy, no he dejado de acudir a intentar encontrar algo de quien soy en los escritos de un dandy de genio exquisito, al que el resto de las personas hizo la vida imposible hasta su aniquilación, por el delito, al parecer imperdonable, de ser absolutamente honesto en su forma de entender el amor y la belleza.
Un par de décadas después, cuando decidí presentarme a las oposiciones para profesor de educación secundaria, la fortuna quiso que me tocara exponer en la prueba oral lo que sabía de Oscar Wilde y poco faltó para que el tribunal me amordazase para conseguir que dejara de hablar. El presidente, al felicitarme por conseguir la plaza, me informó de que el amor que transmitía por la obra de este escritor fue decisivo para ellos. Hoy puedo decir que tengo una profesión que me hace feliz gracias a que una tarde de jueves allá por los años setenta, la magia surgida de los dedos y de la dicción de este dibujante culto me ayudó a crecer amando los libros. Ha sido mi sorpresa feliz de esta mañana de viernes poder estrechar la mano de este artista, charlar un rato con él (de Oscar Wilde, entre otros temas) y agradecerle hoy aquella sugerencia que cambió el curso de mi vida.
Invito a todos a conocer su obra como dibujante, ilustrador y pintor, compleja, llena de matices, riqueza, profundidad y amor por la cultura, en tiempos en los que el mensaje audiovisual (ello también incluye el musical, no lo olvidemos) se ha esquematizado hasta caer a menudo en la vulgaridad, la insustancialidad o la simpleza. Pueden disfrutar de una muestra de ella y de otros autores como Calpurnio o Jape en el XII Salón Internacional del Cómic de Huelva hasta el domingo 27 de mayo. Y si pueden, hagan por saludar a José Ramón y escuchen con atención lo que les recomiende leer: valdrá la pena.

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